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Marcio Veloz Maggiolo: Un Pilar de la Literatura Dominicana

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Los autores y sus obras. Escritores dominicanos - Pedro Mir.

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Además se publicaron "Amén de mariposas", "Contracanto a Walt Whitman" como una respuesta al poema de Whitman "Song of myself" que inicia: "Yo, Walt Whitman, un cosmos, un hijo de Manhattan..."  a al cual Mir responde:


"Yo, 
un hijo del Caribe, 
precisamente antillano.
Producto primitivo de una ingenua
criatura borinqueña
y un obrero cubano
nacido justamente,  y pobremente, 
en suelo quisqueyano. 
Recorrido de voces, 
lleno de pupilas
que a través de las islas se dilatan, 
vengo a hablarle a Walt Whitman, 
un cosmos, 
un hijo de Manhattan. 
Preguntarán 
¿Quién eres tu?
 Comprendo. 
Que nadie me pregunte
quién es Walt Whitman. 
Iría a sollozar sobre su barba blanca. 
Sin embargo, 
voy a decir de nuevo quién es Walt Whitman, 
un cosmos,
un hijo de Manhattan.

Hubo una vez un territorio puro. 
Árboles y terrones sin rúbricas ni alambres. 
Hubo una vez un territorio sin tacha. 
Hace ya muchos años. Más allá de los padres de los padres
las llanuras jugaban a galopes de búfalos. 
Las costas infinitas jugaban a las perlas. 
Las rocas desceñían su vientre de diamantes. 
Y las lomas jugaban a cabras y gacelas...

Por los claros del bosque la brisa regresaba cargada de insolencias de ciervos y abedules
que henchía de simiente los poros de la tarde. 
Y era una tierra pura poblada de sorpresas. 
Donde un terrón tocaba la semilla
precipitaba un bosque de dulzura fragante. 
Le acometía a veces un frenesí de polen
que exprimía los álamos,  los pinos, los abetos, 
y enfrascaba en racimos la noche y los paisajes. Y eran minas y bosques y praderas
cundidos de arroyuelos y nubes y animales.

(¡Oh, Walt Whitman de barba luminosa...!)
Era el ancho Far-West y el Mississippi y las montañas Rocallosas
y el Valle  de Kentucky
y las selvas de Maine y las colinas de Vermont 
y el llano de las costas y más...
Y solamente
faltaban los delirios del hombre y su cabeza.
Solamente faltaba que la palabra
mío
penetrara en las minas y las cuevas
y cayera en el surco y besara la Estrella Polar
y cada hombre llevara sobre el pecho,
bajo los brazos, y en las pupilas y en los hombros,
su caudaloso yo,
su permanencia en sí mismo,
y lo volcara por aquel desenfrenado territorio..."

Dichos poemas entre otros están recogidos en una edición popular del Siglo XXI de México y de las cuales existen varias traducciones al inglés. Otras obras que podemos mencionar son: "Poemas de buen amor" (1968); "Viaje a la muchedumbre" (1971). Además "Tres leyendas de colores" prolon-gado por Rafael Altamira, que constituyó una gran muestra de la capacidad de Mir para la recreación de hechos históricos, enlazando en un solo conjunto narrativo las tres primeras rebeliones de clase en la América española. Y de la misma manera es su novela: "Cuando amaban las tierras comuneras" México 1979 donde desarrolla en un ambiente de ficción la tesis que sostiene, la noción de período en la historia dominicana, a la cual consagró varios años de investigación y de la cual solo se publicó en volumen 1. Por su ensayo "Las raíces dominicanas de la doctrina Monroe" (1974). Pedro Mir fue profesor de estética en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y como profesor investigador publicó también: "El gran incendio" (1969), "Apertura a la estética”  (1974), "Fundamentos de teoría y crítica de arte" (1978), entre otras. Obtuvo el Premio Anual de Historia. Su poema "El Huracán Neruda" (1975) le mereció el Premio Anual de Poesía. En el año 1984 el Congreso Nacional de la República Dominicana lo declara poeta nacional. Recibe en 1991 el doctorado Honoris Causa del Hunter College, N.Y. Premio Nacional de literatura en 1993. En su honor se funda en la UASD la biblioteca Pedro Mir. Fallece en la ciudad de Santo Domingo a la edad de 87 años el 11 de julio del 2000.


 El segundo enlace los lleva a más de sus obras.  


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